El mito de aprender de los errores (I)

Mis compañeras del blog literario saben que lo mío es el microrelato y, en este espacio, el micro post. Y no es sólo porque no tenga tiempo para tirar cohetes, sino porque creo que hoy en día no tenemos mucho tiempo para nada, así que razones me sobran para ir al grano…y es difícil porque hoy me ocupo de un tema que sin duda dará para más…

Muy de actualidad aparece en prensa la voluntad política de aprender en la política de desarrollo e incluso de aprender de los fallos o errores, incluso la importancia de aprender rápido. Es importante la legitimidad y la credibilidad del sistema. Me resultan un poco incómodos algunos matices del mensaje que pueda resultar del primer artículo.

Puede parecer retórico, pero es algo de lo que estoy convencido, porque aunque sé que todos y todas no son/somos iguales, las debilidades estructurales de este sistema nos obligan a parecernos, a adaptarnos al sistema mimetizándolo y, en nuestras actuales circunstancias, solemos empezar por mimetizar lo peor…¿pero de qué retórica hablo? Al grano: de lo que podría estar de fondo es un mal endémico de todas las políticas y políticos 😉 de este país: que eso de aprender es una quimera. ¿Por qué? Porque no hay incentivos para reconocer los errores. Porque hay gente que no los reconoce y no pasa nada. Porque hay otros a los que se les reconoce (incluso en los tribunales) y tampoco pasa nada. Porque (si se aprende) se aprende sólo de los errores del otro. …Y «parece que» no pasa nada, que eso no resta credibilidad al sistema, porque siempre ha sido así…Porque al final el único y verdadero juez es la prensa y entonces ni eso, perdemos el norte proque todo da igual…¿Y en ese contexto ¿Dónde quedan los procesos de aprendizaje?

Además reconozcamos que el aprendizaje del mal ajeno es muy limitado. El nivel de rendición de cuentas en este país es tan bajo que no permite un real aprendizaje…Aprendizaje y rendición de cuentas, dos caras de la misma moneda

Volviendo al artículo referido a nuestra cooperación, un mensaje simplista del tipo: “empezamos de cero y vamos a cambiar todo, antes no se intentó evaluar, ni mirar hacia los resultados, ni seguir estándares de evaluación”…Más: la tendencia a poner la lupa dónde, cómo, cuándo y para lo que nos interesa (a “nosotros”, a unos pocos, que somos los que tenemos el poder, ocupamos la silla, tenemos la solución, repartimos el pastel…y el ricino). ¿Otro mensaje que me incomoda? Que las ONGD están bajo sospecha. Me pregunto por qué no se habla más (para aprender claro) del nivel de evaluación que ha habido de la parte bilateral y multilateral de la cooperación…de eso podríamos aprender (un montón)…De acuerdo empecemos por las ONGD que suman más del 80% de las evaluaciones realizadas en los últimos años…y que a mi humilde entender no funcionan ni mejor ni peor que otros instrumentos de cooperación…

Pero continuaremos aprendiendo…los que nos guste aprender (claro), que aquí no hay obligaciones.

Un pensamiento en “El mito de aprender de los errores (I)

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