La Post verdad: una introducción

Vivimos en la era de la post verdad, en la que la verdad ha perdido su valor de referencia en los debates públicos, a beneficio de las creencias y de las emociones suscitadas o animadas por las noticias falsas que llegan a ser virales gracias a los social media .

La expresión post verdad (post truth politics) ) aparece desde los años 2000 y conoce actualmente una segunda vida, tan rica que fue designada palabra del año en 2016 por el Diccionario Oxford. Aunque la idea tras el concepto no es algo nuevo según algunos autores, el origen contemporáneo del término se atribuye al bloguero David Roberts quien usó el concepto en 2010. David Roberts acuñó el término «política de la posverdad» en un blog para la revista electrónica Grist el 1 de abril de 2010, donde la definió como «una cultura política en la que la política (la opinión pública y la narrativa de los medios de comunicación) se han vuelto casi totalmente desconectadas de la política pública (la sustancia de lo que se legisla).

Posverdadmentira emotiva es un neologismo que describe la distorsión deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar opinión pública e influir en las actitudes sociales, en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales.

En cultura política, se denomina política de la posverdad (o política posfactual) a aquella en la que el debate se enmarca en apelaciones a emociones desconectándose de los detalles de la política pública y por la reiterada afirmación de puntos de discusión en los cuales las réplicas fácticas ―los hechos― son ignoradas. La posverdad difiere de la tradicional disputa y falsificación de la verdad, dándole una importancia «secundaria». Se resume como la idea en «el que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad».

La verdad siempre ha sido un concepto resbaladizo, especialmente en política, pero existe una creciente preocupación de que estemos desarrollando una cultura política de la post verdad, lo cierto es que la realidad ahora tiene una importancia menor para la política pública. Mientras que se supone que los servidores públicos basan sus consejos en una lectura objetiva de la mejor evidencia disponible, la política que eventualmente informa siempre está influenciada por una serie de otros factores muy subjetivos.

Es cierto, la post verdad hace la política basada en evidencias más difícil aún, pero no hay por qué darlo todo por perdido. El enfoque para que los gobiernos  usen evidencias y datos en la formulación de políticas para mejorar los resultados de política para los ciudadanos y las comunidades sigue siendo el mismo:

  • El gobierno necesita diversidad (de fuentes de) evidencias para responder a las preguntas políticas, y esta evidencia debe ser oportuna y relevante.
  • Para mantener la credibilidad, es útil mantener cierta distancia entre la producción de evidencias y el gobierno. La independencia le da autoridad adicional a la evaluación o análisis de políticas.
  • La buena comunicación es vital. No es fácil comunicar una gran cantidad de evidencia, y los tecnócratas pueden necesitar capacitación sobre cómo redactar informes concisos sobre políticas.
  • Los líderes políticos y la sociedad deben ser alentados a usar y exigir evidencias. Persuadir a los políticos y a los gestores públicos no es suficiente. En las democracias, también debemos persuadir al público para que se preocupe por las evidencias.

 

 

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