Pues parece que el 2017 quedará como el año en el que algunas mujeres comenzaron a contar (o gritaron). Las campañas del #Metoo (#Yotambién), #YoTambien, #NiUnaMenos, #NiUnaMás, #VivasNosQueremos, #NiñasNoMadres, #NoEsHoraDeCallar, #WomensMarch, #Pussyhat, entre otras, reflejan un cambio. Como dice Gabriela Cañas, 2017, el año que puso los focos en las mujeres: La situación de la mayoría no ha cambiado en un año, pero las desdichas y las gestas femeninas no son ya tan invisibles
Sin embargo «fuera del deslumbrante relato que nos ha deparado Hollywood de poderosas actrices descabalgando a acosadores sexuales y/o violadores, la vida de las mujeres no ha cambiado tanto en este año que se acaba. La inmensa mayoría ha seguido viendo cómo sus condiciones de vida son sistemáticamente peores que las de sus congéneres masculinos»
En cuestiones de género y feminismo, la distancia que existe entre el marco legal, el wishful thinking y la práctica sigue siendo tan grande…Hay tanto por hacer, tanta la retórica entre los grandes principios, declaraciones, leyes, políticas, planes y lo que se está haciendo o lo que estamos haciendo…
En 2017, las mujeres y sus circunstancias han sido un poco menos invisibles, pero el camino continúa y parece largo y no tan fácil. Los procesos de transformación del feminismo son extremadamente lentos porque hay que cambiar grandes estructuras y dinámicas muy profundas. Dejemos de hablar sobre el camino y hagamos lo acordado (let´s walk the talk)