Cómo ejercer la evaluación independiente y no morir en el intento

Estoy en la fase de gabinete de una evaluación y, justo ahora, me ha dado por escribir algunos pensamientos vagabundos, sobre esta vida tan apasionante y compleja que es la de la evaluación como independiente. No voy a hacer una tesis doctoral sobre ello, tan solo indicar que a pesar de que haya muchos prejuicios sobre los consultores externos, si hablamos de los independientes y, dentro de este grupo, además hablamos de ese 80% de l@s independientes que podríamos llamar “pequeños o medianos” (no en estatura, experiencia, conocimiento o capacidad claro, si no muchas veces por su nivel de networking), la principal oportunidad es la libertad, pero el principal reto es la incertidumbre respecto a la agenda, la esquizofrenia de la necesidad de planificarse a dos meses vista, que es cuando suelen publicarse los Términos de Referencia de las Evaluaciones (cuando no son dos semanas antes)…pueden darse semanas, meses sin ningún encargo y de repente tres a la vez. Pero como dice una muy buena amiga, “esto añade picante a la vida”. Y yo que he estado en ambos lados del espejo, como asesor de políticas de evaluación, como gestor de evaluaciones y como “implementador” de evaluaciones, creo que ésta última es de las más creativas. Cada evaluación es diferente, pero cada evaluación es un aprendizaje tremendo…aprende más el evaluador que el evaluando…aunque sea M.Q.Patton…

Y qué harán en esos tiempos muertos y solaces los intrépidos evaluadores independientes, se preguntarán ustedes. Para algunos de ustedes estará muy claro: “pues disfrutar de la vida, vivir a todo tren y gastar las astronómicas cantidades que has ganado como consultor independiente”…FALSO: Primero, aunque muchas veces se factura por días (…en otros países en los que se valora y respeta el conocimiento y el saber hacer, y hay otros, no necesariamente los mismos, que hasta se factura mucho por día) el tiempo que te consume la evaluación puede-especialmente si no lo controlas- extenderse hasta el infinito…y por qué no, si el evaluador no le pone límite al comandatario (con aquel dicho del “ya que estás” hazme esto o aquello)…Segundo, esto es como el cuento de la hormiga y la cigarra, recuerden que pueden pasar semanas, meses sin otro encargo o trabajo “remunerado” (no justamente remunerado hay demasiado). Tercero, el independiente ha de estar constantemente buscando nuevas oportunidades, nuevos trabajos, reforzando su red de contactos y colegas de profesión (evaluadores o no), observando las modas de este mundillo (que si resiliencia, que si RCTs, que si complejidad,…). Cuarto, sólo ese 20% de l@s independientes que podríamos llamar “NO pequeños o medianos” (no en estatura, experiencia, conocimiento o capacidad claro, si no muchas veces por su nivel de networking) ganan de verdad como para no preocuparse por la capitalización de la economía familiar. Quinto, no conozco bien otros contextos, pero el español para nuestro sector siempre ha sido…¿cómo decirlo? especial, complejo…como dijo hace ya una eternidad nuestro todavía referente Alonso (no Quijano, sino Jose Antonio): “castizo”. Y perdón por mirarme al ombligo, pero mi querida España es el país en el que me tocó nacer, no sé bien si como barbero, cura o como el caballero de los espejos o el caballero de la blanca luna, como Don Quijote o como Sancho Panza o como un poco de todo. Digo perdón porque un evaluador independiente no entiende de fronteras, no tiene patria ni amos, solo tiene ideales (cuando digo sólo a veces es «solo solo»), debe ser globalizado, ciudadano del mundo…y Quinto: no hay quinto, no hay más por hoy, esto no es una tesis

Y si tienes familia…has de ser un auténtico gurú de la meditación oriental para no caer víctima de la vorágine…pero eso es otra historia que tendrá que ser contada en otro momento

Un amigo evaluador noruego se reía de mí (pero bien que se reía el condenado) porque en nuestra época de esplendor yo le decía que España quería entrar en el Nordic Plus…en fin quién nos ha visto quién nos ve. Otros tienen a grandes y reconocidos gurús en evaluación y potentes sistemas de evaluación. Pero yo termino con unas palabras de ese gran evaluador independiente hispanófono que sin duda pertenece al 80% de l@s independientes que podríamos llamar “pequeños o medianos”: “Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén.”

Ahí queda eso…al tajo ¡

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