La cooperación internacional está atravesando uno de sus momentos más críticos. En medio de recortes masivos por parte de Estados Unidos y países europeos, el auge del populismo y el desencanto de las sociedades donantes, el sistema tradicional de ayuda está en jaque. Este contexto de colapso, sin embargo, no es solo una crisis: es también una oportunidad para preguntarnos si el modelo sobre el que se ha sostenido la cooperación desde hace décadas sigue teniendo sentido.
Durante mucho tiempo, la cooperación se basó en una arquitectura vertical, nacida del consenso moral de la posguerra: un Norte rico y organizado ayuda a un Sur pobre y desestructurado. Bajo esta lógica, se diseñaron programas, se enviaron fondos, se desplegaron equipos y se construyó todo un ecosistema de ONG, agencias multilaterales y expertos. Pero ese mundo ha cambiado. Y el modelo, también.
Es en este escenario, y con la urgencia del contexto actual, donde cobran especial relevancia cuatro textos fundamentales publicados recientemente, que invitan a revisar a fondo los pilares de la cooperación y su rol en el siglo XXI.
El primero de ellos es “Adiós al ‘salvador’ blanco: descolonizar la ayuda al desarrollo en tiempos de recortes y populismos”, una investigación coral publicada en El País por Ana Carbajosa, Asier Hernando y Gonzalo Fanjul (abril de 2025). Desde diferentes rincones del Sur Global —Sudán del Sur, Ruanda, Myanmar o Guatemala— los autores recogen testimonios de organizaciones locales, analistas y activistas que, lejos de quedarse paralizados por la retirada de fondos, están construyendo alternativas más autónomas. El artículo plantea con claridad que el sistema no solo pierde recursos, sino también legitimidad, y que el cambio ya ha comenzado: una transformación hacia modelos más locales, equitativos y menos dependientes de una narrativa impuesta desde el Norte.
El segundo artículo, “Yo fui un salvador blanco”, también publicado en El País y firmado por Asier Hernando (abril de 2025), es una pieza personal y honesta que refleja una evolución individual con enorme carga simbólica. Hernando narra su paso por el sistema de cooperación desde la ingenuidad inicial hasta la crítica consciente. Su relato desnuda las lógicas jerárquicas, racistas y eurocéntricas que aún atraviesan muchas prácticas de ayuda humanitaria. Denuncia cómo las ONG del Norte siguen monopolizando fondos, poder y decisiones, mientras relegan a las organizaciones del Sur a papeles secundarios. La descolonización, según Hernando, implica una redistribución real de recursos, un cambio de mentalidad y, sobre todo, una redefinición del papel del Norte en este ecosistema.