Lo que distingue a una organización eficaz es su capacidad de diseñar nuevas estrategias que cambien o se adapten a las reglas del competitivo juego en su sector. Como se indica en este post sobre innovación y gestión del conocimiento, la innovación estratégica es el medio por el cual una organización madura puede superar sus desventajas, descubriendo nuevas formas de combinar los recursos. La eficiencia de una organización no viene determinada por el sector en el que opera sino por las estrategias que aplica. Las organizaciones maduras deben ser capaces de renovarse y ofrecer un valor añadido en relación a las más jóvenes y dinámicas a través de la innovación.
Pero la innovación no es un tangible susceptible de ser diseñado, creado o comprado. La innovación surge cuando confluyen una serie de conocimientos, ideas y experiencias en las circunstancias y condiciones favorables. La innovación como “el resultado de un proceso complejo e interactivo” y como “el arte de transformar el conocimiento en riqueza y calidad de vida”
Puesto que la innovación tiene su origen en el conocimiento, el proceso debe partir de la consideración de todo tipo de conocimiento: el explícito, que por su formalización y sistematización es más fácil de procesar, transmitir, almacenar y compartir; y el tácito que es mucho más abstracto y menos formalizado y, por tanto, más difícil de gestionar e integrar dentro de la organización.
Es necesario dinamizar el conocimiento a través de la interacción y la conexión entre distintas “comunidades de prácticas” (departamentos, grupos funcionales, socios, beneficiarios, etc.) facilitando su conectividad: (1) la tecnológica, creando las plataformas e infraestructuras necesarias (coordinación, intranets, extranets, comunidades virtuales…) y (2) la humana que inevitablemente conlleva un grado de interaccion, coordinación y colaboración entre las distintas comunidades y grupos, y que se traduce en ciertas normas, valores sobreentendidos e intereses.
Fomentar el espíritu innovador en una organización supone facilitar el ciclo del conocimiento creando (1) las plataformas tecnológicas y (2) los mapas de conocimiento necesarios; y en lo que se refiere a la dimensión humana, (3) rompiendo inercias y (4) evitando la monopolización de los conocimientos clave para favorecer la retroalimentación. Se trata, en definitiva, de apoyar la construcción de un entorno de aprendizaje organizacional.
La Innovación y el Aprendizaje organizacional se convierten, a la vez, en procesos que incrementan el Capital Intelectual, pero también tenemos que destacar el valor de la gestión de la información y de las personas que forman parte de la organización. (1) Es importante establecer una gestión transparente de la información y del conocimiento corporativo, permitiendo que estos fluyan por toda la organización a través de redes virtuales y tecnologías de trabajo en grupo. (2) También es esencial fomentar la creación de comunidades de práctica y comunidades virtuales que permiten las conexiones entre las personas de distintas áreas funcionales o incluso de otros entornos ajenos a la empresa. Las Comunidades Virtuales, son Extranets en las que colaboran distintos agentes implicados en un sector determinado muy definido y que proceden de organizaciones distintas, y que tienen como finalidad compartir sus conocimientos y trabajar en un entorno de colaboración
…Y si las palabras se atraen, que se unan entre ellas. Y a brillar, que son dos sílabas…
Me atraparás al vuelo,
y nunca a la pared
y si me dejas aire
en tus líneas dormiré.
Palabras de una musa
de baja maternal
Puede que al fin me conozca muy bien:
si fueran puntos grises mis rarezas,
cada tara que creé
de seguirlos con un lápiz al final
verías mi cara en el papel.
Por eso,
estoy por aquí otra vez
rebuscando en mi almacen esa palabra,
cónsul de mi timidez.
Ojalá encuentre la forma,
más me vale,
tengo un tema que acabar.
Si no aparece nunca,
o entiendo que no di con la palabra justa
y cuando al fin la encuentro llega aquel mar de dudas
si cuando me decido tú me detienes siempre
me aprietas justo aquí y dices:
No, mi leal traidor, inspiración-
cuando apareces menos hoy
Y soy.
Te quedarás dormida,
menuda novedad,
es peor mi geniocidio
cuando no te dejo hablar.
En la autopista de la vida
si te saltas la salida hay que esperar.
Puede
que no haya aprendido a aceptar
que escuadrones de moral judeocristiana
con su culpabilidad
nos seguiran por tierra, por el aire
y sobre todo por amar.
Puede
que esté demorando la acción.
A los doce tuve un sueño en que ganaba,
pero el sueño me venció,
desde entonces mis derrotas son las huellas del carnet
de ese tal yo.
Ahora escuchame,
ya he encontrado la palabra justa,
mejor prepárate,
tiene algo que a todos asusta.
Sí, la voy a soltar,
la quiero soltar.
Pronunciaré ‘esperanza’
la gritaré por dentro si es lo que hace falta,
la escribiré mil veces, me alejaré de espaldas,
quizás de repetirla algo me quede.
No puedo permitir tu negación,
mi leal traidor inspiración,
de intermitente aparición,
como un ángel hallado en un ascensor.
Qué bien funcionas como recuerdo.
Acojo en mi hogar
palabras que he encontrado abandonadas en mi palabrera.
Examino cada jaula y allí,
ladrando vocales y consonantes,
encuentro sucios verbos
que lloran después de ser abandonados
por un sujeto que un día fue su amo,
y de tan creído que era,
prescindió del predicado.
Esta misma semana
han encontrado a un par de adjetivos transtornados,
a tres adverbios muertos de frio,
y a otros tantos de la raza pronombre
que sueñan en sus jaulas
con ser la sombra de un niño.
Señalo entonces
a las palabras que llevan más días abandonadas,
y me las llevo a casa,
las vacuno de la rabia y las peino a mi manera,
como si fueran hijas únicas,
porque en verdad todas son únicas.
Acto seguido,
y antes de integrarlas en un parbulario de relatos o canciones,
les doy un beso de tinta
y les digo que si quieres ganarte el respeto,
nunca hay que olvidarse los acentos en el patio.
A veces les pongo a mis palabras
diéresis de colores imitando diademas
y yo sólo observo como juegan en el patio de un poema.
Casi siempre te abandonan demasiado pronto
y las escuchas en bocas ajenas,
y te alegras, y te enojas contigo mismo,
como con todo lo que amamos con cierto egoísmo,
y uno se queda en casa,
inerte y algo vacío,
acariciando aquel vocablo mudo llamado silencio,
siempre fiel, siempre contigo.
Pero todo es ley de vida,
como un día me dijo el poeta Halley:
Si las palabras se atraen,
que se unan entre ellas.
Y a brillar,
que son dos sílabas.