En «Reconocer los errores aumenta la credibilidad, también en el trabajo» M. Victoria S. Nadal nos cuenta que ya sea por vergüenza o miedo a las consecuencias, nos cuesta admitir nuestros fallos. Pero la ciencia demuestra que, como se suele decir, rectificar es de sabios.
Si ser capaz de reconocer los errores (1( refuerza la credibilidad y (2) contribuye a aumentar la productividad, ¿por qué cuesta tanto hacerlo? Una de las explicaciones es (1) el temor a la humillación y a que (2) las capacidades de la persona equivocada se vean cuestionadas. En esta situación, entra en juego:
(A) La disonancia cognitiva, es decir, el mecanismo mental que utilizamos para protegernos cuando lo que pensamos y lo que hacemos es contradictorio. Nos creemos personas racionales e inteligentes, y cuando encontramos una información que contradice esta idea la rechazamos. Admitir que estamos equivocados es doloroso para la percepción que tenemos de nosotros mismos. Cuando nos disculpamos por haber cometido un error, tenemos que aceptar esa disonancia, aunque no sea placentero.
(B) El sesgo de confirmación es también hay otro mecanismo mental que contribuye a que alguien se mantengan en sus trece. Se trata (a) del razonamiento que hacemos cuando estamos defendiendo una postura (la nuestra, la acertada). Es uno de los más conocidos y estudiados por la psicología. Podría resumirse en que (b) solo escuchamos lo que respalda nuestra opinión. Oficialmente, consiste en que (c) aceptamos sin más las pruebas que apoyan nuestras ideas mientras que nos mostramos escépticos con las que son contrarias, considerándolas parciales o interesadas. Como explica Michael Shermer en The believing brain, reaccionamos de forma emocional a datos conflictivos y después racionalizamos por qué nos gustan o no.