La asertividad y la escucha activa no son conceptos contrapuestos

La comunicación es un proceso de interacción en el que se produce un intercambio de sentimientos, información, ideas, emociones, conocimiento y todo lo que conlleva la trasmisión de un mensaje que necesita ser retroalimentado. La mayor dificultad de la comunicación es pensar que es fácil. Comprender los procesos de comunicación implica ser mucho más minucioso y elaborado que solo articular los mensajes. La comunicación eficaz es aquella que establece una conexión de doble vía, la cual siempre tendrá una conducta de reciprocidad y respeto para con los demás.

La asertividad y la escucha activa no son conceptos contrapuestos. Debemos ser asertivos mientras practicamos la escucha activa y, por otra parte, una asertividad basada en la escucha activa suele ser más eficaz. Cuando nos encontremos ante afirmaciones, ataques o peticiones que no podamos hacer frente, debemos comunicárlo claramente, honestamente y con el máximo respeto.

Tanto la escucha activa, como la comunicación asertiva requieren de actitud, tolerancia y comprensión. No se trata solamente de hablar sino incluso de sacrificar las palabras para comprender el ímpetu emocional de otras personas e interpretar el mejor momento para expresarnos. Necesitamos leer a los demás para saber cómo podemos sumar en vez de restar.

La asertividad es  el «arte» de:

(1) saber decir «no» sin ser agresivo, es decir, la capacidad de decir «no» a nuestro interlocutor sin crear un conflicto.

(2) la capacidad de expresar las opiniones, los sentimientos, las actitudes y los deseos, y reclamar los propios derechos, en el momento adecuado, sin ansiedad excesiva, y de una manera que no afecte a los derechos de los demás.

La escucha activa es un “arte” que: 

(1) se refiere a escuchar activamente y con conciencia plena.

(2) consiste en una forma de comunicación que demuestra al hablante que el oyente le ha entendido.

(3) se refiere a la habilidad de escuchar no sólo (a) lo que la persona está expresando directamente, sino también los (b) sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo.

(4) requiere “disponibilidad, interés por la persona, comprensión del mensaje, espíritu crítico y prudencia en los consejos”;

(5) no se limita a dejar hablar al interlocutor sin interrumpir su discurso, sino que necesita de una atención física, psicológica y verbal que, por suerte, todos podemos mejorar,

(6) no es oír a la otra persona, sino a estar totalmente concentrados en el mensaje que el otro individuo intenta comunicar. 

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