Cuando un objetivo es una prioridad


Todo en la vida (personal e institucional) es cuestión de prioridades. En el momento álgido del Apolo, la NASA llegó a contar (1966) con el 4,4% del presupuesto federal de EE UU. El coste de la Luna fue altísimo. Y una vez logrado el objetivo, la apabullante demostración de poderío tecnológico, el esfuerzo de desinfló. En 1973 el presupuesto de la NASA había descendido ya al 1,3% del federal y siguió bajando. En 2015, con 18.000 millones de dólares, la agencia espacial estadounidense cuenta con aproximadamente el 0,5% del presupuesto federal, y los ambiciosos planes de enviar astronautas a Marte o a un asteroide, sin olvidar la Luna, siguen esperando una financiación que los haga realistas.

El aterrizaje en la luna es un ejemplo de impacto colectivo. Fue (1) una prioridad con un liderazgo claro, con (2) una planificación conjunta sofisticada (que por cierto también implicó la potenciación de la cultura de evaluación). Y qué más (3) incentivo que la rendición de cuentas hacia millones de personas siguiendo el aterrizaje por sus pantallas.

Lo mismo se podría aplicar a (1) objetivos como la reducción de la pobreza, una cuestión de prioridad (planificación conjunta consistente y de rendición de cuentas), y a (2) procesos como el aprendizaje y la gestión del conocimiento. Cuestión de atención y prioridad.

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La Resiliencia Creativa y el Deber del Artista en Tiempos Difíciles


Hoy traigo de nuevo una interesante reflexión desde Brainpickings en su post (del que hago una traducción): La Responsabilidad de iluminar: Un Manifiesto Ilustrado para la Resiliencia Creativa y el Deber del Artista en Tiempos Difíciles

«Este es precisamente el momento en que los artistas van a trabajar», escribió Toni Morrison en su enérgica argumentación sobre el reto del artista en tiempos difíciles. «No hay tiempo para la desesperación, no hay lugar para la autocompasión, no hay necesidad de silencio, no hay lugar para el miedo. Así es como las civilizaciones sanan. «

 

Pero en esos momentos, ¿dónde están los artistas -que no son sólo humanos sino quizás los más humanos entre nosotros- para encontrar la fortaleza de espíritu necesaria para llegar a su tarea curativa?

 

La ilustradora Wendy MacNaughton y la escritora Courtney E. Martin ofrecen una respuesta alentadora en una colaboración que se erige como un poderoso manifiesto para nuestro tiempo y un testimonio del único mecanismo por el cual el espíritu creativo ha sacado a la humanidad de cada abismo de su propia creación.

 

Esta es tu tarea.

 

Siente todas las cosas. Siente las cosas difíciles. Las cosas inexplicables, las cosas que te hacen desautorizar la capacidad de la humanidad para la redención. Siente todas las paradojas enloquecedoras. Siéntete abrumado, loco. Siente inseguridad. Siente enfado. Siente miedo. Siente la impotencia. Siente el frío. Y luego CONCENTRATE.

 

Toma tu pluma. Toma tu pincel. Toma tu maldita barbilla. Pon tus dos manos callosas en los platos, en la arcilla, en las cuerdas. Ponte detrás de la cámara. Busca ese golpe de luz. Busca la verdad (sí, eso es algo que todavía existe).

 

Concéntrese en esa luz. Amplíala. Revela la feroz urgencia del ahora. Revela lo destrozados que estamos, la capacidad de ser reparados. Pero no lamentes la ruptura. Nada nuevo sería construido si las cosas nunca se rompieran. Una persona sabia dijo una vez: hay una grieta en todo. Así es como entra la luz. Persigue esa luz.

 

Esta es tu tarea.

La autora indica: Al crearlo, imaginamos a la gente colgando este cartel en su oficina y en la pared de su despacho como un recordatorio de que no están solos en su tristeza y miedo, y que deben seguir haciendo su trabajo. Eso es lo que importa.