
Este post esta dentro de la serie «Repensar la ayuda»
El mundo de la cooperación internacional está atravesando una de sus mayores crisis desde su consolidación en la segunda mitad del siglo XX. La convergencia entre recortes drásticos en el financiamiento, reestructuraciones internas en las agencias internacionales y una creciente desconfianza hacia los organismos multilaterales ha producido un efecto dominó con implicaciones devastadoras para el sector. Este artículo analiza las causas y consecuencias de esta crisis en 2025, su impacto en el empleo dentro de ONGD y organismos de Naciones Unidas, el sesgo de género que ha aflorado, y plantea caminos posibles para quienes se ven obligados a reinventar su carrera.
1. Una tormenta perfecta: los recortes más agresivos en décadas
En 2025, la cooperación internacional ha sufrido un recorte sin precedentes. Estados Unidos anunció una reducción del 83,7% en su presupuesto para programas internacionales para 2026, pasando de 58.700 millones de dólares en 2025 a apenas 9.600 millones (El País, 2025a). Esto incluye no solo la práctica disolución de USAID, sino también la amenaza latente de cesar todas sus contribuciones a agencias del sistema de Naciones Unidas.
La cooperación bilateral europea también ha sufrido recortes significativos: Francia y Alemania han disminuido su AOD en un 12% y 18% respectivamente, y España en un 25%, priorizando la ayuda vinculada a intereses geopolíticos (Coordinadora ONGD, 2025; Le Monde, 2025). En Reino Unido, el gobierno ha rebajado su compromiso del 0,7% al 0,3% del ingreso nacional bruto destinado a AOD, desviando fondos hacia el gasto militar (The Guardian, 2025).
Estas decisiones han provocado un colapso en la arquitectura del desarrollo global, dejando sin continuidad a proyectos esenciales en salud, educación, igualdad de género y cambio climático.
