Buscar la verdad


Moisés Naím nos cuenta hoy en La guerra contra la verdad, que al mismo tiempo que hoy tenemos más información que en el pasado, la veracidad de esa información es más cuestionable

La información es, al mismo tiempo, más valorada y más despreciada que nunca. La información, potenciada por la revolución digital, será el motor más importante de la economía, la política y la ciencia del siglo XXI. Pero, como ya hemos visto, también será una peligrosa fuente de confusión, fragmentación social y conflictos.

Grandes cantidades de datos que antes no significaban nada, ahora pueden ser convertidos en información que ayuda a gestionar mejor gobiernos y empresas, curar enfermedades, crear nuevas armas o determinar quién gana las elecciones, entre otras muchas cosas. Es el nuevo petróleo: después de procesado y refinado tiene gran valor económico. Y si en el siglo pasado varias guerras fueron provocadas por la búsqueda del control del petróleo, en este siglo habrá guerras motivadas por el control de la información. Sigue leyendo

Hannah Arendt y el poder de hacer las buenas preguntas


Hoy traigo un post que está en la intersección y por eso puede estar en mis dos espacios: Hannah Arendt y el poder de hacer las buenas preguntas.

Arendt en The Life of the Mind, habla del poder de hacer buenas preguntas y la idea de que perderse es la forma en que encontramos sentido: Al plantear esas preguntas tan relevantes, pero sin aparente respuesta, las personas se conforman como seres que cuestionan. Detrás de todas las preguntas para las que los hombres encuentran respuestas, se esconden las preguntas sin respuesta que parecen totalmente ociosas y siempre han sido denunciadas como tales. Es más que probable que las personas, si alguna vez perdieran el apetito por el significado que llamamos pensamiento y dejaran de hacer preguntas sin respuesta, perderían (1) no solo la capacidad de producir esos artefactos del pensamiento que llamamos obras de arte, (2) sino también la capacidad para formular todas las preguntas sobre las que se basa cada civilización … Si bien nuestra sed de conocimiento puede ser insaciable debido a la inmensidad de lo desconocido, la actividad en sí misma deja atrás un creciente tesoro de conocimiento que cada civilización conserva y guarda como parte integrante de su mundo. La pérdida de esta acumulación y de la experiencia técnica requerida para conservarla e incrementarla inevitablemente supone el fin de ese mundo concreto. Sigue leyendo