Evaluar en movimiento: Michael Quinn Patton y la revolución de la Evaluación durante el desarrollo


1. Resumen general del libro y su objetivo principal

El libro de Michael Quinn Patton, «Developmental Evaluation: Applying Complexity Concepts to Enhance Innovation and Use» (2011), que lo hemos traducido siempre en este blog por:  Evaluación durante el desarrollo (EDD): aplicar conceptos de complejidad para potenciar la innovación y el uso”, representa una de las obras más influyentes en la evolución contemporánea de la evaluación.

Su objetivo principal es ofrecer un marco conceptual y práctico para evaluar iniciativas en contextos de alta incertidumbre, innovación o cambio continuo, donde los modelos de intervención no están cerrados.

Patton parte de una observación sencilla pero revolucionaria: los modelos clásicos de evaluación —formativa (para mejorar) y sumativa (para juzgar resultados)— no sirven bien en entornos de innovación. Cuando un programa aún está “en construcción”, la evaluación debe estar presente durante su desarrollo, no al margen ni al final.

La EDD, por tanto, se convierte en una herramienta de aprendizaje y adaptación que acompaña la innovación mientras sucede. Es la evaluación que viaja dentro del tren, no la que espera en la estación final para levantar acta.

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Grounded Theory (teoría fundamentada): Un Viaje Desde la Observación


La Habana olía a café quemado y a humedad de mercado viejo. Pablo y yo acabábamos de terminar un taller sobre evaluación, y yo, todavía medio perdido entre Power points y teorías, me había escabullido por un laberinto de puestos donde vendían artesanía: imanes y cuadros de distintos tamaños que mostraban coches de los años 50 o los bares emblemáticos —La Bodeguita del Medio, El Floridita, Sloppy Joe’s—, o la figura del Che mirando al infinito. También había collares de semillas y santos de yeso que parecían vigilarte mientras regateabas.

Pablo apareció con cara de inspector que acaba de perder a su principal testigo.

—Te has perdido otra vez —me dijo, con esa mezcla de enfado y resignación de quien ya ha asumido que su compañero de taller se guía más por el instinto que por el mapa.

Yo, fascinado por el espectáculo del mercado, le solté:

—Pero mira cómo me cuentan las cosas, Pablo. Esto vale más que una conferencia.

Y ahí, entre el ruido, el sudor y el olor a coche antiguo que aún cree que puede ganarle la carrera al tiempo, me habló por primera vez de la Grounded Theory, o teoría fundamentada. Lo dijo como quien confiesa un viejo amor metodológico: apasionado, pero desencantado.

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