Mintiendo acerca de la ayuda al desarrollo

Desde el blog de Duncan Green, se hace un comentario del libro Por qué mentimos acerca de la ayuda, en el que Pablo Yanguas concluye con un grito de guerra para reinterpretar la ayuda como ‘política de desarrollo contenciosa’ o, dicho de otro modo, como un activo para perturbar a las élites atrincheradas: si queremos asegurar el futuro de la ayuda y el desarrollo, y asegurarnos de que tiene el potencial de contribuir a un cambio transformador, debemos comenzar con nuestros propios discursos a su alrededor.

Para hacerlo, Yanguas argumenta que deberíamos estar de acuerdo en que tanto «más mercado» como «más estado», serían algo bueno en la mayoría de los países en desarrollo, moviéndose más allá de los cansados ​​debates de izquierda-derecha, y deberíamos enmarcar esto como un imperativo moral más que como un cálculo utilitario en la relación calidad-precio. En el exterior, debemos apoyar a los reformadores, brindándoles la cobertura diplomática y la legitimación necesarias para impulsar cambios que amenazan con trastornar el debilitante status quos. También debemos reconocer que es poco probable que las acciones y éxitos de desarrollo se puedan medir dentro de los períodos de cinco años del programa. Esto requiere nuevas formas de juzgar sus impactos previstos e involuntarios, con la vista puesta en cómo cambian los cálculos políticos de los demás. Cualquier cosa diferente, argumenta Yanguas, sería defraudar a las personas valientes en contextos difíciles y continuar contándonos mentiras sobre lo que llamamos ayuda.

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