Colaborar o morir (de powerpointismo)


En el mundo de la cooperación al desarrollo, la palabra colaboración se usa con la misma alegría que “sostenibilidad” o “resiliencia”: suena bien, queda estupenda en los informes, y sirve para que todos asientan en los talleres. El problema es que, a la hora de la verdad, la verdad es que colaborar parece doler más que un zapato barato en una boda.

Vamos por partes, porque aquí hay chicha: (a) cómo mejorar la colaboración interna y externa, (b) por qué casi nunca ocurre y parece condenada a ser unicornio, y (c) por qué, a pesar de todo, necesitamos seguir intentándolo, sobre todo en tiempos de discursos broncos, muros mentales y caudillos con peluquín.

Sigue leyendo