
Seguimos con nuestra serie «Repensar la ayuda»
El mundo de la cooperación internacional atraviesa una crisis silenciosa.
No solo de recursos o legitimidad, sino de sentido.
En su intento por salvar al mundo, corre el riesgo de perder la capacidad de sentirlo.
Byung-Chul Han, ese observador fino de los malestares contemporáneos, diagnostica que vivimos en una “sociedad del rendimiento” donde el sujeto “se explota a sí mismo creyendo realizarse” (La sociedad del cansancio, 2010).
El cooperante de hoy es su ejemplo perfecto: motivado, comprometido, exhausto.
Su ética es impecable, su cuerpo está roto.
Pero el análisis de Han ofrece capas más profundas que aún no hemos explorado en la reflexión sobre cooperación: la pérdida de la negatividad, la obesidad comunicativa y el infierno de lo igual.