Cinco retos clave en el desarrollo de capacidades en evaluación


Introducción – El elefante en la sala del NECD

Año tras año, región tras región, se multiplican capacitaciones, talleres y cursos de evaluación. Dentro de nuestra serie NECD, sin embargo, la pregunta incómoda persiste:

👉 ¿Realmente están cambiando los sistemas de evaluación pública, o seguimos atrapados en un modelo de “formar por formar” que no transforma estructuras ni culturas institucionales?

En nuestras realidades, donde la gobernanza se entrelaza con profundas desigualdades, los enfoques tradicionales de desarrollo de capacidades para la evaluación nacional (NECD) muestran límites evidentes. Esta conversación no es nueva. Pero urge actualizarla con una mirada crítica, sistémica, contextualizada… y también creativa.

Aquí entra en escena TRIZ (Altshuller, 1996).

🔍 Nudo – Cinco retos estructurales que siguen sin resolverse

  1. Del individuo a la institución: la desconexión persistente
    La mayoría de las iniciativas siguen enfocadas en capacitar personas, pero sin transformar instituciones. Cuando los técnicos rotan, las capacidades se esfuman (Goldman et al., 2018).
  2. Blended learning ≠ learning blended
    No basta con mezclar talleres presenciales y online. Se necesita pedagogía: ¿qué se combina, cómo se aplica, cómo se convierte en aprendizaje duradero? (Rosenberg & Donaldson, 2020).
  3. Oferta sin demanda: el vacío político
    Más cursos ≠ más evaluación. Si la demanda institucional y política es débil, la evaluación se queda en trámite sin impacto (Holvoet & Renard, 2007).
  4. Aislamiento institucional: alianzas frágiles y roles difusos
    Faltan marcos de gobernanza que articulen oficinas públicas, parlamentos, universidades y sociedad civil. Sin coordinación, no hay sostenibilidad (Estrella & Gaventa, 1998).
  5. Diagnóstico sin ruta: brújulas que no orientan
    Existen diagnósticos y mapas de actores, pero pocas veces se traducen en hojas de ruta claras y ejecutables (Baser & Morgan, 2008).

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Estrategias Anti-Evaluación: Aprendiendo Con TRIZ


¿Y si, para entender cómo mejorar los sistemas de evaluación, nos atreviéramos primero a imaginar cómo empeorarlos?

En consonancia con nuestra serie NECD, esta es la provocación que inspira el panel que presentaremos en ReLAC 2025, y que se titula:

👉 “¿Qué podemos hacer (o seguir haciendo) para que los sistemas de evaluación no funcionen nunca?”

No se trata de un ejercicio de cinismo. Se trata de un experimento crítico de aprendizaje. Utilizamos el enfoque TRIZ (Teoría para Resolver Problemas de Invención) —originalmente desarrollado por Genrich Altshuller (1996)— como una metodología para pensar al revés y, desde ahí, desatar reflexiones que rara vez tienen espacio en los discursos institucionales sobre evaluación.

Inspirados en las Estructuras Liberadoras (Lipmanowicz & McCandless, 2013), proponemos un giro irónico y serio a la vez: identificar prácticas, patrones y decisiones que garantizan que nuestros sistemas de evaluación fallen. Porque si podemos nombrarlos, podemos detenerlos. Y, tal vez, transformarlos.

🎯 ¿Por qué usar TRIZ en evaluación?

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Ma(nua)l para gestor@s: Cómo diseñar una evaluación y morir en el intento


Inspirado en el post «Principios metodológicos para diseñar evaluaciones de alta calidad» y en un taller reciente sobre «Estructuras liberadoras» en evaluación (en concreto de la estructura «Triz«), desarrollé en este post una tormenta perfecta, de cómo asegurar que un proceso evaluativo sea inútil, un fracaso, un infierno, una absoluta pérdida de tiempo y una pesadilla para l@s implicad@s. Aquí mis consejos para gestor@s de evaluación:

1.El evaluando, nuestro enemigo a derrotar: Consideremos al programa y/ o equipo evaluado como como sujetos sospechosos, alumn@s díscol@s, siempre descontent@s e incómodos con ser evaluad@s, que siempre esconden algo y merecen un castigo. Tolerancia cero, nuestro objetivo es hacerles ver sus propias costuras que, además, son muchas.

2.El equipo evaluador, es@s impostor@s. Desconfiemos del equipo evaluador, que por naturaleza son una élite aburridísima, malcriada y sabelotodo, pero que en el fondo están llen@s de prejuicios y ningun@ se libra del síndrome de dunning-kruger. Cuanto peor se les trate, más nos respetarán. Si hay que conseguir un cambio, que sea que los evaluador@s terminen con lo que se merecen, con el síndrome del/ la impostor/a.

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