La evolución de una buena práctica según la FAO
Una buena práctica suele evolucionar en cuatro etapas:
(1) Al principio, una innovación potencial realizada como experiencia piloto o técnica o tecnología innovadora parece tener resultados mínimos.
(2) Después de experimentarla varias veces en un determinado contexto, se convierte en una práctica prometedora; es decir, en una práctica que tiene éxito en su contexto específico pero constituiría un riesgo aplicarla en un contexto distinto.
(3) Por último, cuando haya arrojado resultados positivos en diversas réplicas y contextos se la podrá calificar como buena práctica, plausible de ser compartida ampliamente para que otros puedan adaptarla y adoptarla.
(4) En algunos casos una buena práctica puede evolucionar e institucionalizarse, por ejemplo, cuando se convierte en la base que sustenta la formulación de una nueva política o norma.