Lo que sí puede cambiar en la ONU (y no depende del veto)


Hoy dentro de la seria Repensar la ayuda, seguimos repensando Naciones Unidas, pero esta vez «más allá del Consejo de Seguridad». En el post anterior analizábamos por qué reformar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es tan difícil: un diseño de 1945, vetos cruzados, y una arquitectura geopolítica que no se mueve (Luck, 2010; Malone, 2004).

Pero hay otra cara del debate. Mientras el Consejo está casi congelado, el resto de la ONU sí puede transformarse, y de hecho ya lo está haciendo. La literatura reciente sobre gobernanza global (Weiss & Daws, 2018) coincide en que las reformas más efectivas no requieren tocar la Carta, sino mejorar cómo funciona la ONU por dentro.

Por eso hoy seguimos la conversación con una pregunta más útil: ¿Qué reformas realistas pueden mejorar ya la eficacia de la ONU?

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La rendición de cuentas interna en las organizaciones


En un sentido amplio se entiende la rendición de cuentas en una organización como el conjunto de derechos y responsabilidades existentes entre los miembros de una organización y las estructuras que afectan a su trabajo, sus relaciones laborales y cultura organizacional.

La rendición de cuentas en las organizaciones incluiría entonces tres dimensiones:

(1) Obligatoriedad: derecho a obtener una respuesta por parte de los miembros de la organización y la obligación de darla por parte de las partes.

(2) Exigibilidad: capacidad para asegurar que una acción se lleva a cabo y sancionar si ello no ocurre.

(3) Evaluabilidad: valoración positiva o negativa de la organización y de los miembros de la organización.

Esto lleva a diferentes modelos de rendición de cuentas según su carácter:

(1) Control a la dirección y las estructuras de gestión de la organización: combina modelos obligatorios (control interno obligatorio de la organización) y voluntarios (por ejemplo, comparecencias ante todos los miembros de la organización);

(2) Carácter jurídico o legal, marcado por la obligatoriedad, exigibilidad y cumplimiento de las normas, incentivos y sanciones;

(3) Carácter de gestión de recursos (financieros, humanos, equipos de trabajo, relaciones laborales y cultura organizacional), marcado por la exigencia y obligatoriedad de auditoría, evaluación o valoración respecto a la norma.

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