Perspectivas Modernas en Evaluación de Programas: Un Enfoque Inclusivo


Como continuacion del post anterior Fundamentos de la Evaluación de Programas: Un libro esencial, dentro de la serie Libros de Evaluación, vamos a desarrollar cómo el modelo revolucionario de «Fundamentos de la Evaluación de Programas» de Shadish, Cook & Leviton se enriqueció desde su hito fundacional (1991) con los debates que lo rebasaron.

1. El legado que no caduca: ¿por qué las cinco familias de evaluación sigue siendo su sección más citada?

Mapa integrador y lenguaje común. Antes de 1991, los enfoques convivían como islas (experimentos, modelos de uso, enfoques de valores, etc.). La propuesta de Shadish, Cook y Leviton ofreció un marco taxonómico que ordenó el campo en cinco familias —experimental, descriptiva/cualitativa, centrada en el uso, centrada en valores y centrada en el contexto— y lo convirtió en un idioma compartido para docencia y práctica. Manuales y artículos posteriores lo adoptaron como “paradigma de referencia” para ubicar debates y decisiones metodológicas.

Puente entre teoría y práctica. La clasificación no prescribe “una” forma de evaluar; normaliza la pluralidad y la convierte en elecciones razonadas (qué valoramos, cómo construimos evidencia, para quién y para qué se usa). Esa “neutralidad operativa” explica su alta citación en currículos y en artículos de revisión.

Estandariza preguntas nucleares. El propio Shadish (1998) muestra cómo el campo discute de manera recurrente cinco ejes (valor, conocimiento, uso, cambio del evaluando y práctica), que encajan con la arquitectura del libro de 1991, reforzando su función de marco metateórico.

Resultado: la clasificación facilitó comparabilidad entre teorías, ayudó a estructurar cursos y a “situarse” en diseños complejos. Por eso sigue apareciendo en revisiones y marcos actuales que explican “de dónde venimos” antes de introducir enfoques contemporáneos.

Por tanto y como ya tratamos en nuestro anterior post Fundamentos de la Evaluación de Programas: Un libro esencial, Shadish, Cook y Leviton (1991) revolucionaron la evaluación al proponer cinco familias teóricas (experimental, descriptiva, centrada en el uso, en valores y en contexto). Fue un mapa epistémico común que:

  • Ordenó un campo fragmentado, funcionando como lenguaje pedagógico y referencia en programas académicos.
  • Actuó como puente entre diversidad y unidad, validando la pluralidad en lugar de imponer un modelo único.
  • Se convirtió en un “esqueleto del campo” citado en manuales, cursos universitarios y artículos de revisión.

2. Más allá del mapa: perspectivas que lo rebasan

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Repensar la validez en evaluación: hacia un paradigma crítico, situado y transformador


1.Introducción

En tiempos marcados por crisis ecológicas, desigualdades estructurales y disputas epistémicas sobre qué cuenta como conocimiento válido, la evaluación enfrenta una encrucijada histórica. Ya no basta con identificar “qué funciona”; debemos preguntarnos también cómo, para quién y en qué condiciones funciona, y bajo qué marcos epistémicos, culturales y políticos se construye ese juicio.

La validez en evaluación, tradicionalmente entendida como una dimensión técnica, se transforma en este contexto en una categoría relacional, ética y situada. Este texto propone una relectura integral y crítica de las formas de validez, integrando sus expresiones clásicas con nuevos aportes emergentes desde perspectivas decoloniales, feministas, participativas y ecológicas.

2.Fundamentos teóricos: de la neutralidad al compromiso epistemológico

Los aportes desarrollados aquí se fundamentan en un corpus diverso que incluye la crítica pospositivista a la neutralidad del conocimiento (Schwandt, 2009; Patton, 2011), las epistemologías del Sur (Sousa Santos, 2018), la evaluación transformativa (Mertens, 2009) y la práctica culturalmente receptiva (Hood, 2009; Chilisa, 2012). También se apoyan en enfoques de sistemas complejos (Greene, 2007; Patton, 2011) y pedagogías críticas como la de Freire (1970), así como en evaluaciones participativas con base en justicia social (Cousins & Whitmore, 1998; Mark & Henry, 2004).

Desde esta perspectiva surge la idea de validación crítica: un proceso dialógico, situado y plural que reconoce las tensiones entre formas de validez y busca equilibrarlas en función del propósito evaluativo y el contexto sociopolítico.

3.Las valideces: clásicas y críticas

3.1.Las valideces clásicas: continuidad necesaria con revisión crítica

Validez interna

Enfocada en la relación causal entre intervención y resultados, es central en diseños experimentales (Shadish et al., 2002; Gertler et al., 2016). No obstante, puede omitir factores contextuales o dinámicas de poder, como han señalado evaluaciones realistas (Pawson & Tilley, 1997).

Validez externa

Remite a la generalización de resultados. Investigaciones como la de Vivalt (2020) muestran la variabilidad de efectos cuando se replican programas en contextos distintos. Cartwright & Hardie (2012) advierten contra la ilusión de universalidad.

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Evaluación Integral: Equidad, Género y Derechos Humanos


Integrar enfoques de equidad, igualdad de género y derechos humanos en los procesos de evaluación es fundamental para garantizar una evaluación completa e inclusiva. Aquí tenemos algunas orientaciones clave a considerar:

  1. Comprender los Marcos Conceptuales:
    • Familiaricémonos con los principios de equidad, igualdad de género y derechos humanos. Entendamos cómo estos marcos se intersectan e influyen entre sí.
    • Reconozcamos que la equidad implica justicia y equidad; la equidad de género se centra en eliminar la discriminación basada en el género; y los derechos humanos abarcan derechos fundamentales y libertades.
  2. Diseño de Evaluación Inclusiva:
    • Asegurémonos de que el diseño de la evaluación incluya perspectivas diversas. Involucremos a partes interesadas de grupos marginados, mujeres y otras poblaciones vulnerables.
    • Utilicemos métodos participativos para involucrar diferentes voces y experiencias.
  3. Recolección y Análisis de Datos:
    • Recopilemos datos desagregados para identificar disparidades e inequidades. Analicemos datos por género, edad, etnia, discapacidad y otros factores relevantes.
    • Consideremos las dinámicas de poder y las normas sociales que afectan el acceso a recursos y oportunidades.
  4. Enfoque Basado en Derechos Humanos (EBDH):
    • Apliquemos un EBDH a la evaluación al analizar si los programas y políticas respetan, protegen y cumplen los derechos humanos.
    • Evaluemos el impacto de las intervenciones en los derechos humanos, incluyendo los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.
  5. Evaluación Sensible al Género:
    • Integremos el análisis de género a lo largo del proceso de evaluación. Consideremos los roles de género, las normas y las dinámicas de poder.
    • Evaluemos cómo los programas abordan las necesidades específicas de género y promueven la equidad de género.
  6. Enfoque de Equidad:
    • Utilicemos una lente de equidad para examinar los impactos diferenciales. Consideremos el contexto histórico, las barreras sistémicas y los determinantes sociales de la salud.
    • Evaluemos si las intervenciones reducen las disparidades y promueven resultados equitativos.
  7. Consideraciones Éticas:
    • Mantengamos estándares éticos en la evaluación. Aseguremos el consentimiento informado, la confidencialidad y el respeto a la dignidad humana.
    • Abordemos cualquier daño potencial causado por los procesos de evaluación.
  8. Desarrollo de Capacidades:
    • Fortalezcamos la capacidad de los evaluadores en equidad, igualdad de género y derechos humanos. Proporcionemos capacitación y recursos.
    • Fomentemos una cultura de aprendizaje dentro de las organizaciones para promover la mejora continua.

Recordemos que integrar estos enfoques requiere un compromiso con la justicia social, empatía y disposición para cuestionar las normas existentes.

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