De acuerdo, la respuesta irá por barrios y una respuesta facilona será «estamos fallando en ambas, oferta y demanda evaluativa». Clarifiquemos: aquí entiendo «demanda evaluativa» (la demanda de evaluaciones) y «oferta evaluativa» (l@s evaluador@s disponibles para esas evaluaciones).

Pero como cuando todo es relevante o pertinente, corremos el peligro de la irrelevancia y, por ende, la impertinencia (porque no logramos priorizar), aquí voy a pediros por favor hay que «mojarse» (no es momento de nadar y guardar la ropa). Y el primero en mojarme seré yo, y lo hago desde mi visión (fruto de mi formación y experiencia):

Está claro que un sistema o «mercado» de evaluación necesita de un cierto ajuste de demanda y de oferta evaluativa. En mi opinión estos últimos años se está desarrollando una mejora sustancial de la oferta: (1) métodos sofisticados para evaluar procesos complejos, (2) métodos rigurosos para evaluar el impacto, (3) una multiplicidad de webinars/cursos/formaciones y (4) diversidad de métodos y estándares que hacen difícil una especialización total, sino más bien sectorial y fragmentada…)

Sin embargo este desarrollo de capacidades en evaluación se está enfocando más en (1) la oferta y en el nivel individual de desarrollo de capacidades y  menos en (2) una demanda estratégica, coherente, consistente y enfocada a la utilización organizacional e institucional:

(1) Enfoque hacia la oferta: L@s evaluador@s están aumentando en calidad y cantidad, y hay una preocupación por la estructuración de la carrera/profesión evaluativa, incluso dando relevancia también a l@s jóvenes evaluador@s. Por otra parte las ofertas de formación «individual» se multiplican, los enfoques también. Patton habla de más de 80 enfoques de evaluación…

Los enfoques hacia la producción (oferta) corren el peligro de «morir de éxito», en nuestro caso, de tener demasiados evaluador@s muy preparad@s pero sin una demanda evaluativa (equiparable en cantidad y calidad) a la que dirigirse.

Quizás la cantidad y calidad de la demanda de evaluaciones está creciendo a un nivel muy inferior al de la oferta. Por supuesto hay gestor@s de evaluación que se quejarán de que no hay buen@s evaluador@s en el mercado, pero creo que no es tanto un problema de la oferta evaluativa (l@s evalaudor@s), como de (1) la publicidad, concurrencia y transparencia, (2) el desajuste precio/coste real: que el precio ofrecido es inferior a lo que la evaluación cuesta (costará con la calidad que se requiere) o (3) basado en mi experiencia como consultor, me atrevo a decir que también a veces puede darse un problema de coste de oportunidad: para l@s evaluador@s de un cierto nivel de experiencia: hay veces que presentarse a una licitación requiere casi tanta energía como hacer la evaluación, con la diferencia de que nadie paga a un/a consultor/a (independiente) por presentar una propuesta.

(2) Enfoque hacia la demanda evaluativa: La tarea pendiente es desarrollar en paralelo la demanda evaluativa (a) estratégica, coherente, consistente y enfocada a la utilización organizacional e institucional, (b) integrada en el marco/contexto/entorno institucional y organizacional, (c) que para incentivar el uso evaluativo, no solo cuide (i) el «producto evaluativo», sino también (ii) el entorno, la estructura y los procesos evaluativos. Para ello quizás sea necesaria (1) más integración de la función de evaluación, con las funciones de dirección, programación y administración (los usuarios directos), (2) al tiempo que buscar soluciones más adaptadas a las necesidades organizacionales, buscando un compromiso/equilibrio entre la utilidad (soluciones «rápidas y suficientemente buenas» -quick and dirty/good enough) y la excelencia (soluciones rigurosas).

Como parte final (por ahora): aquí son esenciales: (a) el compromiso de las organizaciones con la cultura del aprendizaje y el uso evaluativo y (b) el rol/función de la gestión de evaluaciones. Pero esa es otra historia que tendrá que ser contada en otro momento.

Y Continuará…

….aunque a veces presiento que, como dice esta canción, «los consejos ajenos no nos sirven para nada»…(lo mismo que los «productos aislados» de las evaluaciones)