Al trabajar en problemas sociales complejos, ningún actor, ni siquiera el más poderoso, puede lograr mucho por sí mismo. El sector social necesita más y mejor colaboración para lograr un impacto, pero ¿por qué la colaboración es tan compleja en la práctica? Hay cuatro barreras importantes e interrelacionadas para el impacto colectivo:
1. Comparación de sectores privado y desarrollo social: La primera barrera es la tendencia del sector del desarrollo de búsqueda de comparaciones con el sector privado, entre las dinámicas de los sectores privado y no lucrativo. La principal diferencia es la ausencia de un mercado explícito de oferta y demanda en el sector no lucrativo del desarrollo social, aunque sí exista una competencia implícita por recursos financieros (donantes) y a veces por zonas de trabajo y destinatarios finales (socios, beneficiarios, clientes, sujetos de derecho…).
2. Incentivos de medición desalineados: El segundo factor que trabaja en contra de la colaboración es un esfuerzo excesivo en la causalidad y la atribución. Las organizaciones intentan demostrar su responsabilidad y mostrar a sus juntas directivas sus logros, creando entonces consecuencias negativas no deseadas, como, por ejemplo, demasiada energía dedicada en obtener reconocimiento o en construir una “marca”. Esto lleva a un esfuerzo excesivo en la institución individual que se convierte en «la unidad de análisis» (en lugar del impacto colectivo), que en realidad socava la fuerza colectiva.
3. Dinámica de poder: La dinámica de poder entre los donantes / financiadores y sus colaboradores más importantes, así como los intermediarios y los sujetos de derecho, es otro impedimento para una colaboración exitosa. Rodeados de aduladores y aspirantes a obtener financiación, los donantes / financiadores viven en una burbuja de positividad.
Esta dinámica se traduce en la forma en la que los actores y organizaciones comparten los problemas con sus financiadores / donantes. En caso de fallo o fracaso, en el peor de los casos, tanto las organizaciones receptoras, como los sujetos de derecho retienen información crucial para sus donantes/financiadores por temor a penalizaciones o sanciones. Esta información retenida en muchos casos se pierde y no se utiliza para la mejora. Los financiadores, a su vez, están protegidos y desconectados, no solo de los sujetos de derecho, sino también de otros decisores más importantes.
4. Ego: El cuarto factor que conspira para inhibir la colaboración organizacional es el ego: “Quiero que colabores conmigo, pero no quiero colaborar contigo”. Escuchamos interminables charlas de liderazgo, apalancamiento, e “influencia sobre otros actores”. Pero a veces lo que estamos buscando en realidad es simplemente un buen número de seguidores.
Nuestro reto: una buena colaboración entre los donantes y los sujetos de derecho, del tipo que supera estas cuatro barreras, puede suceder. El trabajo colaborativo lleva tiempo y requiere paciencia. En última instancia, superar las barreras para la colaboración tiene que ver con el liderazgo, una concepción de liderazgo que es menos basado en «comando y control», y más en «apoyo, consejo y facilitación».
Referencia: Phil Buchanan (Mayo de 2017) en «Barreras para financiar la colaboración y la voluntad de superarse