Nick Milton nos comenta un interesante artículo titulado «Mejorando la calidad de las lecciones aprendidas» de Lo y Fong. Los autores valoran las lecciones aprendidas y cuán efectivas son como mecanismos para transferir conocimiento. Sus resultados señalan dónde se debe prestar especial atención cuando se documentan las lecciones y buenas prácticas. Estos son:
- Meta-conocimiento: la forma en que la lección está etiquetada (incluida la unidad organizativa afectada, la aplicabilidad y la importancia de la lección aprendida o la buena práctica) (¿cómo utilizar la lección aprendida?)
- Teniendo en cuenta las necesidades de los usuarios (Uso y utilidad ¿para quién?¿para qué la lección aprendida?)
- Comprensión y claridad de la lección (seleccionando palabras que no son ambiguas y están libres de jerga)
- La validez de la motivación y la racionalidad que movió a buscar la lección aprendida: el «Por qué» detrás de la lección aprendida.
Los autores señalan particularmente el último problema (por qué, la motivación de la lección aprendida o buena práctica), y dicen lo siguiente: «Dado que la curiosidad es un buen motivador para el aprendizaje, conocer las razones por las cuales las prácticas pasadas tuvieron éxito o fracasaron es esencial para alentar a los usuarios a obtener y compartir conocimientos que contribuyan al aprendizaje organizacional. Se argumenta que las Lecciones Aprendidas deberían proporcionar los fundamentos de las lecciones, para la reflexión de los usuarios y la extensión de la aplicación de lecciones a otras situaciones «. Esto se refiere a capturar el por qué.
Por tanto el control de la calidad de la lección aprendida es importante para que el componente de la gestión del conocimiento y la utilización de esas lecciones o buenas prácticas funcionen correctamente.
Tal vez, ¿es hora de que valoremos o controlemos la calidad de nuestras lecciones aprendidas?