El desafío más difícil para cualquiera que quiera transformar su institución en la era de la interconexión, es profundizar y ampliar la cultura de la colaboración. Para que esto funcione, debemos estar genuinamente abiertos a nuevas ideas:
(1) El primer lugar para comenzar es nuestro propio lugar de trabajo. Tratemos de encontrar incentivos que premien el desempeño del grupo en lugar del rendimiento individual. Al hacerlo, establecemos un ejemplo a través de nuestro propio comportamiento en la forma en que (a) colaboramos, (b) compartimos información, y (c) dirigimos a la organización hacia un objetivo común.
(2) Para convertir nuestra organización en un lugar de trabajo colaborativo, (a) los líderes de la organización deben reconocer que la colaboración es esencial para alcanzar su objetivo común. Por lo tanto, (b) deberemos dedicar muchos de nuestros recursos para lograr una colaboración total. (c) Debemos comunicar incansablemente la necesidad de hacer que la mejora de la colaboración sea un éxito, mantener el impulso y luego describir los próximos pasos.
REFERENCIA
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