Hace unos meses, un amigo me confesó que jamás había leído un informe de la ONU. “No es que no me importe el mundo —me dijo—, pero cada vez que intento abrir uno, parece que me estén hablando en otro idioma”. Esa misma semana descubrí un dato que lo resume todo: un vídeo promedio de TikTok consigue más vistas en una hora que la mayoría de los informes de la ONU en todo un año (United Nations, 2025).
La ONU produce más de 1 100 informes anuales, revisados por decenas de departamentos y aprobados por casi 200 países. Sin embargo, un informe reciente reveló que el 20 % de estos documentos recibe menos de 1 000 descargas al año y solo un 5 % supera las 5 500 descargas (Reuters, 2025). Y ojo: descargar no significa leer.
¿Por qué ocurre esto?
No es un problema de inteligencia, sino de comunicación. Investigaciones en comunicación científica muestran que el exceso de tecnicismos y la falta de narrativa disminuyen drásticamente la comprensión y el interés (Science Communication Journal, 2023; Public Understanding of Science, 2022). A esto se suma el “Efecto Comité”: textos escritos por decenas de autores y revisores que terminan sonando diplomáticos… y aburridos.





