Hoy traigo este nuevo «palabro» que viene pegando fuerte, quizás para quedarse: Behavioral Insights (BI), término del que todavía no tengo clara la traducción al castellano, pero podría ser algo como «análisis del comportamiento» o «pecepciones del comportamiento». BI se basa en la ya descrita «Teoría del Empujón» y es un enfoque inductivo para la formulación de políticas que combina las percepciones de la psicología, la ciencia cognitiva y la ciencia social con resultados probados empíricamente para descubrir cómo los humanos realmente toman decisiones.
1. BI alientan a las personas a tomar mejores decisiones para sí mismas y para la sociedad.
2. BI son lecciones derivadas de las ciencias sociales y del comportamiento, que incluyen la toma de decisiones, la psicología, la ciencia cognitiva, la neurociencia, el comportamiento organizacional y grupal. Los organismos públicos de todo el mundo utilizan cada vez más BI para diseñar e implementar mejores políticas públicas basadas en la evidencia del comportamiento real y los prejuicios de ciudadanos y empresas. Este conjunto de herramientas proporciona a los profesionales y responsables políticos un proceso paso a paso para analizar un problema político, desarrollar estrategias y desarrollar intervenciones informadas sobre el comportamiento.
3. BI se han utilizado para generar intervenciones de bajo costo para mejorar los resultados del servicio. El enfoque se basa en la idea de que las intervenciones destinadas a alentar a las personas a tomar mejores decisiones para sí mismas y para la sociedad tendrán más éxito si se basan en los conocimientos de la ciencia del comportamiento. Con muy poco dinero por adelantado, las personas cambian su comportamiento para producir mejores resultados para sí mismas y para nuestra sociedad. Esto ayuda a gestionar la demanda de servicios públicos, disminuyendo el costo de los mismos.
Por ejemplo, a través de campañas de concientización y cambio, se nos puede alentar a consumir menos azúcar al tomar menos bebidas gaseosas. Esto puede disminuir nuestras posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades del corazón. Esto no solo beneficia nuestra salud, sino que también tiene un efecto negativo en la cartera pública porque se gastará menos dinero en medicamentos, operaciones y atención y apoyo para ayudarnos a mejorar.